"Palabras nuevas a ideas nuevas"
El verbo martiano ilumina desde ayer. ¿Cómo habría pintado Martí este momento de llegada y de partida para un Congreso necesario? ¿Con qué colores habría matizado los debates de los periodistas cubanos?
El verbo martiano ilumina desde ayer. ¿Cómo habría pintado Martí este momento de llegada y de partida para un Congreso necesario? ¿Con qué colores habría matizado los debates de los periodistas cubanos? ¿Qué estilo habría encontrado para reconstruir las escenas del periodismo nuestro de cada día? Patri@horA no puede forzar las respuestas, pero sí debe continuar haciendo hipervínculos con el diálogo del Apóstol.
Los periodistas que han pensado, luego han existido… en la memoria popular. Los que han perseverado en confesar las "luces y manchas" -como enseñaba el Maestro- de las heroicidades pasadas y presentes no han sido descartados del la Historia. Los que no han renunciado a despejar los números complejos de la cotidianidad son los que se han llevado el palo periodístico, incluso cualquier otro.
José Martí no se agotaba cuando tantos se cansaban. Sabía traducir el rumor de la realidad con métodos y lenguaje ajustados al contexto.. Ir a la raíz de los hechos fue un riesgo que asumió con dignidad admirable. Su sinceridad periodística le costó el destierro en varias naciones latinoamericanas. Su periodismo sobrevive porque se parece a la vida y es enemigo del aburrimiento.
La semana anterior desde este espacio se exponían los principios editoriales en los que se fundamentaba La Edad de Oro que Martí había concebido para los niños de América. En ellos se leían esencias del cómo comunicar mucha doctrina sin parecerlo. Para él la ética y la estética debían hermanarse y no enemistarse como en ocasiones suele entenderse por líneas y entrelíneas de la práctica periodística del cada día.
Se encontraba el Maestro en Caracas en julio de 1881 cuando fundó La Revista Venezolana que se anunciaba "extraña a todo género de prejuicios, enamorada de todo mérito verdadero, afligida de toda tarea inútil, pagada de toda obra grandiosa".
Aquella publicación nacía del afecto vehemente que le inspiraba el pueblo venezolano y aspiraba "a levantar la fama, y publicar su hermosura, y promover su beneficio. No hace profesión de fe, sino de amor. No se anuncia tampoco bulliciosamente: Hacer es la mejor manera de decir".
Así se exponían los "Propósitos" de la publicación. El Maestro ajustaba los códigos a la era de fundación que vivía la patria Grande. Aplaudida por unos y repudiada por otros en su segundo y último número se leía "El Carácter de la Revista Venezolana" donde se argumentaba con hermosura el porqué de las cosas.
Algunos calificaron de "esmerado y pulcro" el estilo de algunos artículos: "Uno es el lenguaje del gabinete: otro el del agitado parlamento. Una lengua habla la áspera polémica: otra la reposada biografía. Distintos goces nos produce, y diferentes estilos ocasiona, el deleite del crepúsculo que viene de contemplar cuidadosamente lo pasado, y el deleite de alba que origina el penetrar anhelante y trémulo en lo por venir".
Martí pintaba con el verbo en su tinta sobre héroes humanos y los humanos sucesos de Latinoamérica: "El escritor ha de pintar, como el pintor. No hay razón para que uno use diversos colores, y no el otro. Con las zonas se cambia de atmósfera, y con los asuntos de lenguaje".
Aquella publicación se escribía con la fuerza de la sinceridad y el método del estudio solo recababa para sí el derecho a lo grande. Hoy los dejamos con una síntesis de lo que "El Carácter de la Revista Venezolana" puede sugerirle al periodismo cubano de este instante:
…Ni hemos de mirar con ojos de hijo lo ajeno, y con ojos de apóstata lo propio; ni hemos de ceder a esta voz de fatiga y agonía que viene de nuestro espíritu espantado del ruido de los hombres. De llorar, tiempo se tiene en la callada alcoba, frente a sí mismo, en la solemne noche: durante el día, la universal faena, el bienestar de nuestros hijos y la elaboración de nuestra patria nos reclaman.
Animada de estos pensamientos, y anhelosa de hacer la obra más útil, la Revista Venezolana viene a luz, no para dar salida a producciones meramente literarias de las que vive sin embargo (…) no a ser casa de composiciones aisladas, sin plan fijo, sin objeto determinado, sin engranaje íntimo, ni marcado fin patrio: - viene a dar aposento a toda obra de letras que haga relación visible, directa y saludable con la historia, poesía, arte, costumbres, familias, lenguas, tradiciones, cultivos, tráficos e industrias venezolanas.
Está además cada época quien no la conozca como a cosa propia, ni conociéndola de esta manera es dable esquivar el encanto y unidad artística que lleva a decir las cosas en el que fue su natural lenguaje. Este es el color, y el ambiente, y la gracia, y la riqueza del estilo. No se ha de pintar cielo de Egipto con brumas de Londres; ni el verdor juvenil de nuestros valles con aquel verde pálido de Arcadia, o verde lúgubre de Erin.
La frase tiene sus lujos, como el vestido, y cuál viste de lana, y cuál de seda, y cuál se enoja porque siendo de lana su vestido no gusta de que sea de seda el otro. Pues ¿cuándo empezó a ser condición mala el esmero? Sólo que aumentan las verdades con los días, y es fuerza que se abra paso esta verdad acerca del estilo: el escritor ha de pintar, como el pintor. No hay razón para que el uno use de diversos colores, y no el otro. Con las zonas se cambia de atmósfera, y con los asuntos de lenguaje.
…Que la sencillez sea condición recomendable, no quiere decir que se excluya el traje un elegante adorno. De arcadio se tachará unas veces, de las raras en que escriba, al director de la Revista Venezolana; y se tachará en otras de neólogo; usará de lo antiguo cuando sea bueno, y caerá lo nuevo cuando sea necesario: no hay por qué invalidar vocablos útiles, ni por qué cejar en la faena de dar palabras nuevas a ideas nuevas.
El Delegado
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Fuente: EXCLUSIVO,
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